Desde el punto de vista psico dinámico, el precipitante esencial de la depresión es la pérdida de algo valioso para el individuo.
Este tipo de personas ha sido sensibilizadas para el acontecimiento traumático o precipitante por perdidas o inseguridades previas, y por situaciones de sobrecarga acontecidas en la infancia. El individuo considera su actual situación de pérdida o frustración como una pérdida de amor, que moviliza las antiguas angustias y la misma clase sufrimientos que tuvieron lugar en la infancia, cuando la persona se sintió abandonada por su madre o su padre.
La presencia de la depresión disminuye el nivel de ansiedad provocados por dichas circunstancias. En algunas familias existe el hábito de dramatizar mucho todas las cosas, en este sentido resultan fomentadores de depresión o de la instalación de un ánimo depresivo que están marcados por la angustia de la pérdida de empleo de uno de los padres.
Por comprensibles incluso razonables que resulten estas actitudes, cabe indicar que, cuando se le asustan los niños la ilusión por el futuro, se les facilita la presencia de respuestas de tipo depresivo. La frustración a su vez puede generar agresividad, la cual a su vez puede engendrar culpabilidad o el miedo a perder la estima y el afecto de los demás.
En lugar de dirigir la agresividad de los demás los depresivos la dirigen contra sí mismos, mediante el mecanismo inconsciente de la introyección.